FORMACIÓN

La violencia de género es uno de los problemas sociales y de salud más graves que sufren las mujeres en el mundo y en nuestro país no lo es menos. Sin ir más lejos desde 2003 y hasta hoy son más de 700 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. Este dato es sólo la punta de un iceberg cargado de violencias cotidianas, humillaciones, aislamiento, control, agresiones sexuales y otras violencias que viven miles de mujeres en nuestro país, un dato que apunta a la gravedad de este problema y a la necesidad de que sea un tema a tratar de manera prioritaria en la agenda de los poderes públicos.

La aprobación de la Ley Orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género en 2004, con unanimidad de todo el Congreso, supuso el más importante compromiso a nivel político que ha habido en nuestro país por la erradicación de la violencia de género. Esta Ley introduce la intervención psicológica dentro de la atención social integral, como parte del trabajo de equipos multidisciplinares que atienden el problema desde distintas perspectivas, como la jurídico, la social y la psicológica, lo que ha dado un importante impulso a la psicología en este ámbito de la la intervención social.

Los y las profesionales de la Psicología tienen un papel clave en el trabajo especializado en violencia de género tanto en el área educativa desarrollando programas de prevención primaria como, por supuesto, en el campo de la intervención clínica. En la actualidad son reconocidas internacionalmente las múltiples consecuencias psicológicas que produce el proceso de violencia de género y la importancia de la intervención psicológica en la recuperación de la autonomía, el control sobre sus vidas y el bienestar psicosocial de las mujeres que la sufren. Igualmente el papel de psicólogas y psicólogos es cada vez más reconocido en el ámbito forense, siendo central su trabajo en la valoración del riesgo para la protección de las víctimas y en el reconocimiento de las secuelas psicológicas que produce esta violencia.

Pero no debemos olvidar el papel clave que juegan los y las profesionales de la psicología para la detección precoz de la violencia de género. Este problema se detecta poco y cuando se hace suele ser en fases tardías, estando las mujeres víctimas pasando durante años por los diferentes servicios de atención sanitaria y social antes de reconocer la situación que viven con sus parejas ya que es habitual que las mujeres consulten por la secuelas de la violencia, pero no por la violencia en sí misma que se mantiene oculta. En este sentido las clínicas de psicología se convierten en un escenario privilegiado donde llevar a cabo esta detección y la correcta derivación y coordinación especializada.

Por estas razones se hace necesario impulsar acciones formativas que capaciten a los y las profesionales de la psicología en la detección precoz de la violencia, el trabajo con las víctimas, el optimo funcionamiento dentro de los equipos multidisciplinares así como la realización de acciones preventivas con diferentes colectivos.