Las benzodiacepinas y los fármacos Z han sido señalados como causantes de un sinfín de efectos negativos para la salud física y psicológica, pero un reciente estudio de la Universidad de Copenhague indica todo lo contrario.
Durante mucho tiempo se ha estudiado la relación existente entre el consumo de benzodiacepinas y fármacos Z y la aparición posterior de demencia. Aún así, debido a las limitaciones que muchas de esas investigaciones presentan, los resultados no parecen concluyentes. Merete Osler y Martin Balslev, psiquiatras investigadores de la Universidad de Copenhague, tratan de superar esos obstáculos. Llevan a cabo un estudio de cohorte desde 1996 hasta 2016 con la población danesa susceptible de consumir tanto benzodiacepinas como fármacos Z: pacientes con trastornos del estado de ánimo. Los resultados que obtienen se postulan en contra de la creencia más extendida.
Encuentran que las benzodiacepinas y fármacos Z no se asocian con la aparición de demencia; y no sólo eso, sino que estos podrían actuar como factor de protección frente a dicha enfermedad.
Los efectos colaterales de las benzodiacepinas
Desde que en 1963 las benzodiacepinas sustituyeran a los barbitúricos como tratamiento farmacológico más efectivo terapéuticamente, este se ha convertido en uno de los medicamentos más utilizados por parte del adulto mayor, esto es, a partir de los sesenta años, edad a partir de la cual pueden aparecer las demencias.
Conocer el impacto a largo plazo de estos fármacos se torna especialmente relevante cuando son consumidos en 2017 por un total de 49,5% de adultos mayores no consultantes; 50,8% de adultos mayores hospitalizados; y un 61,4% de personas en atención primaria en cinco países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Chile, Cuba y México (Gómez et al., 2017). Debido a la prevalencia de su consumo, muchos autores han encontrado efectos colaterales producidos por las benzodiacepinas.
Rojas-Jara et al. (2019) realizan un metaanálisis que recoge todos los estudios sobre benzodiacepinas y fármacos Z publicados desde 2007 hasta 2017. Encontraron efectos secundarios como falta de coordinación motriz o reducción del volumen respiratorio.
Asimismo, no parece que exista un consenso entre los profesionales de la salud mental sobre los efectos psicológicos colaterales; mientras que algunos señalan una disminución de las capacidades cognitiva, otros no pueden asegurar la existencia de una causalidad directa.
Sorteando los obstáculos: el sesgo de confusión por indicación
Tratando de superar las limitaciones de estudios anteriores, Osler y Balslev escogen una muestra muy extensa, 235.465 personas. La inclusión de los participantes no se realiza de manera aleatorizada; se seleccionaron a todas las personas mayores de 20 años que acudieron a profesionales de la salud mental entre 1996 hasta 2016 en Dinamarca. Algunos tratamientos incluyen el consumo de benzodiacepinas, de fármacos Z, de ninguno o de los dos. Esta homogeneidad en el diagnóstico y heterogeneidad en el tratamiento permite a los autores no solo realizar un estudio de cohorte, pero también de casos y controles.
De igual manera, dichos autores se aseguraron de que sus resultados no se vieran salpicados por el sesgo de confusión por indicación; sesgo que ha podido influir en la alta variabilidad en los resultados de otros estudios.
El sesgo de confusión por indicación puede llevar erróneamente al investigador a la conclusión de que existe una relación entre el fármaco y la consecuencia, pudiendo estar ésta relacionada con el trastorno o la enfermedad sin que haya influencia del fármaco.
Para evitar dicho sesgo, estos investigadores escogen los trastornos del estado de ánimo como afección para estudiar por presentar todos una severidad psicopatológica parecida; y no los trastornos esquizofrénicos o de personalidad, donde los pacientes pueden presentar casuísticas muy diferentes.
¿Las benzodiacepinas conducen a la demencia?
Tanto el estudio de cohorte como de casos y controles refleja como no existe ningún tipo de asociación ni relación de causalidad entre el uso de benzodiacepinas, fármacos Z u otros ansiolíticos y la aparición de demencia. El estudio de cohorte, además, permite realizar la investigación en función de si el paciente lleva consumiendo ese fármaco pocos años hasta un total de 20, y si sigue tomándolo o su consumo fue meramente episódico. Tanto si el consumo es crónico o episódico, los datos recogidos no establecen asociaciones con la demencia.
Los autores obtuvieron estos datos en el estudio de casos y controles: del total de la muestra, un 75,9% de personas habían sido tratadas con benzodiacepinas o fármacos Z. De ellas, un 4,2% fue diagnosticada posteriormente con demencia. No obstante, los datos no son muy diferentes de aquellos del grupo control —aquellas personas que, aún siendo diagnosticadas con un trastorno del estado de ánimo no fueron tratadas con dicho fármaco—.
Encontraron, sin embargo, una razón de momios (odds ratio=1.08, 95% CI=1.01, 1.15) ligeramente superior en el grupo de pacientes con el consumo de benzodiacepinas más bajo del grupo experimental frente al grupo control. Estos datos podrían indicar una mayor posibilidad de enfermedad con un consumo bajo de benzodiacepinas que sin consumo. Esto no ocurrió con aquellos pacientes con un consumo mayor o crónico (odds ratio=0.83, 95% CI=0.77, 0.88).
Los efectos protectores de la benzodiacepina
Estos investigadores no solo concluyeron que el consumo de benzodiacepinas y fármacos Z no está relacionada con la aparición de demencia; también determinaron que su aparición tampoco depende de la cantidad de benzodiacepina que la persona tome durante un período de tiempo concreto; de si ésta se consume con otros fármacos (como los Z); o de si su consumo es crónico o comienza a una edad más temprana. Una cohorte tan extensa en número y años de seguimiento ha permitido comprobar todas estas variables. La conclusión sigue siendo la misma: no existe asociación positiva de causalidad.
No obstante, algunos de los datos obtenidos pueden llegar a sugerir todo lo contrario. ¿Tiene la benzodiacepina efectos protectores contra la demencia? Osler y Balslev observaron que tanto los consumidores habituales como noveles de benzodiacepinas y fármacos Z presentaban, en el momento de la obtención de datos, una reducción de los casos de demencia respecto al grupo control.
Por ello, la investigación presentada parece sugerir algo que Fastbom et al. (1998) o Dealberto et al. (1997) ya adelantaron: es necesario el estudio no solo de la relación positiva entre ambas variables. Es importante estudiar su relación negativa; y la posibilidad de que las benzodiacepinas y los fármacos Z interactúen con la demencia de manera diferente.
Referencias bibliográficas
Dealberto, M., McAvay, G., Seeman, T. y Berkman, L. (1997). Psychotropic drug use and cognitive decline among older men and women. Int. J. Geriatr. Psychiatry 12, 567–574.
Fastbom, J., Forsell, Y. y Winblad, B. (1998). Benzodiazepines may have protective effects against Alzheimer disease. Alzheimer Dis. Assoc., 12(1).
Gómez, S., León, T., Macuer, M., Alves, M. y Ruiz, S. (2017). Uso de benzodiazepinas en adultos mayores en América Latina. Rev Med Chile, 145, 351-359.
Osler, M. y Balslev, M. (2020) Associations of Benzodiazepines, Z-Drugs, and Other Anxiolytics With Subsequent Dementia in Patients With Affective Disorders: A Nationwide Cohort and Nested Case-Control Study. Am J Psychiatry, 177(6), 497-505.
Rojas-Jara, C., Calquin, F., González, J., Santander, E. y Vásquez, M. (2019). Efectos negativos del uso de benzodiacepinas en adultos mayores: una breve revisión, Salud & Sociedad, 10(1), 40-50.
Gracias a los estudios correctos como estos, te beneficias de la salud.
Tomar benzodiazepinas significa tomar una droga y que hace tolerancia como la cocaína. El problema es tomarlas sin ser necesarias y subir dosis por la tolerancia.
Cuándo se una una medicación siendo necesaria significa que se ha sopesado el riesgo/beneficio.
Soy Enfermera y te aseguro que muchos pacientes se toman las medicaciones como caramelos. Desarrollar Alzheimer va más relacionado con la genética.
Si no fuera porque he educado a muchos pacientes, se tratarían las benzodiazepinas como carmelitos.
Ahí tienes al Justen Biber, que estuvo adicto al Alprazolam. Si en España se compraran estas medicaciones sin receta, habrían mayores drogadictos de drogas farmacéuticas. Aún y así hay contrabando.
La pregunta que huelga es..porque ? A razón de que, tomar una droga «industrial» existiendo en la «Naturaleza química» sustancias como; omega 3, Q10, acetil colina, Colina, Triptofano, Gaba, etc, etc…Responsabilidad gubernamental a los fines de promover unos y no otros…?
Increíble este artículo. Mi padre sufrió Alzheimer con 55 años porque fue al médico con depresión. Las pastillas mágicas y cuando nos quisimos dar cuenta ….. coincido con el comentario anterior. Y ahora cuando vas al médico con un problema muscular como te descuides te endiñan uno de estos como relajante muscular … que vergüenza!!!
Cuándo de desarrolla Alzheimer sobre los 50 años es pura genética. Está el Alzheimer hereditario evidentemente. Pero tu padre con 55 años lo tendría en el ADN de nacimiento. Te lo digo para que te quedes más tranquilo de que no fueron las medicaciones. Tomara o no medicación, lo iba a tener.
Quizá te vaya bien para no vivir con la rabia.
Eso de que no inducen demencia y Alzheimer y que protegen contra estas enfermedades díselo a toda la gente que ha acabado con demencia o Alzheimer por culpa de estas pastillitas. Díselo a mi madre, a la que le estuvieron haciendo tomar benzodiacepinas durante un montón de años sin motivo lógico, y acabó alucinada perdida, y actualmente está con Alzheimer. Y no me extiendo en contar el infierno que pasó ella, y también yo, al tener que hacerme cargo de ella, mientras le duró el síndrome de retirada, y a pesar de superarlo no volvió a ser la misma ni a recuperar la memoria perdida. Sinvergüenzas los que escribís estos artículos defendiendo ese veneno.