Cuando el dolor crónico irrumpe en la vida de una persona, no sólo la obliga a convivir con el dolor, sino que también afecta a sus relaciones personales. Las interacciones con la pareja, hijos, familia y amigos se alteran en gran medida debido a las limitaciones físicas y la tensión emocional que se derivan de vivir con dolor crónico. En este artículo, elaborado en base a la experiencia de los miembros del Grupo de Psicología y Dolor, analizamos cómo las diferentes áreas de la vida de un paciente con dolor crónico suelen verse afectadas a partir de la aparición de este “invitado no deseado” y ofrecemos una serie de herramientas que se han demostrado útiles a la hora de mejorar la comunicación entre los pacientes con dolor y su entorno, mejorando así su calidad de vida.
El efecto en las relaciones depende de la cantidad de dolor que se padece, pero también de la manera que tiene cada persona de relacionarse con su entorno.
Un gran porcentaje de las personas con dolor crónico lo aguantan en público por miedo a que la gente piense que se quejan demasiado; por miedo a ser considerados “deprimentes” o a que su dolor sea minimizado. Sin embargo, no mostrar las emociones sobre el dolor y lo que significa para la persona pueden agravar el dolor: el sentirse aislado puede incrementar la ansiedad impactando negativamente sobre el sueño, el humor y la energía, e incrementando la intensidad del dolor.
La pareja de una persona con dolor crónico puede tener que enfrentarse a diversos desafíos: las relaciones íntimas pueden verse afectadas, puede tener que asumir más responsabilidades parentales y en el hogar. Las preocupaciones económicas también pueden causar estrés emocional. Los patrones rígidos de comunicación pueden aumentar la insatisfacción en la relación: la pareja de la persona con dolor puede sentir que su compañera sólo le habla de su dolor; mientras que ésta puede sentir que sus emociones no son validadas.
Los hijos de dichos pacientes pueden sentir confusión sobre lo que está ocurriendo, ansiedad sobre el futuro; también puede observarse rabia por una menor disponibilidad de su madre o padre, o culpa si asumen que han hecho algo que pudo haber causado el dolor.
La queja es un recurso que todas las personas utilizamos tanto para expresar nuestro dolor, como para hacer crítica de algo que no nos gusta o molesta. Sin embargo, expresar la propia insatisfacción puede volverse adictivo si conseguimos que nos escuchen y logramos obtener beneficios con esta actitud. Este tipo de queja genera una mayor insatisfacción personal e incluso puede alejar a las personas que están alrededor.
Algunas estrategias de comunicación que pueden resultar útiles:
Encontrar un equilibrio en nuestro dialogo con los demás: la falta de comunicación puede distanciar a la persona de su entorno; por otro lado, compartir demasiada información puede hacer que las personas de nuestro entorno se sientan sobrepasadas, agobiadas.
Es útil hacer una lista de a quienes queremos contarles lo que nos sucede y cuánto queremos compartir con cada uno. Incluiremos en esta lista a las personas con las que creemos que nos sentiremos apoyados al contarle lo que nos ocurre. Esta lista puede cambiar con el tiempo.
Expresar las emociones: compartir lo que nos sucede y quejarnos de manera eficaz puede empoderarnos; puede afectar a nuestro estado de ánimo y mejorar nuestra autoestima. Es útil llevar un diario para registrar en primer lugar los síntomas físicos, y en segundo lugar el clima emocional que acompaña a esos síntomas. De esta manera la persona puede comenzar a empatizar con su propia situación y estará más receptiva con los demás a la hora de ser escuchada o recibir ayuda. Es importante no decir automáticamente que no cuando alguien nos ofrece ayuda. Aceptar ayuda, aunque sea en pequeñas diligencias o recados nos hace sentir más cerca de esa persona, creando un círculo positivo, mejorando la comunicación emocional.
El papel de la pareja: es recomendable que la pareja de la persona con dolor preste atención a sus conductas de dolor, sin descuidar ni olvidar otras conductas, actitudes, conversaciones y demandas que apunten a direcciones alternativas. A su vez, la persona con dolor debe permitirse salir de vez en cuando del rol incapacitante y negativo derivado de la experiencia dolorosa. A menudo uno se puede divertir, y no sentir vergüenza o culpa por el hecho de expresar momentos de alegría y goce, porque no hay nada más terapéutico para el mismo dolor que permitirse estos momentos revitalizadores. También es muy importante para la persona cuidadora prestar atención a sus propias necesidades, darse la posibilidad de expresar debilidades, cansancio, preocupaciones o tristeza. Por su parte, el paciente con dolor puede dar la vuelta a su propio rol, aunque sea muy de vez en cuando, convirtiéndose en cuidadora de la pareja. Descentrarse de sí misma, abrirse al otro, escuchar, compartir su mundo interno. Resultando en muchos casos una buena manera de romper el círculo vicioso que se ha ido creando, y desaprender conductas y actitudes que no hacen más que reforzar el dolor. Moix (2006)
Hablar abiertamente de sexualidad: el miedo al movimiento, el miedo a sentir más dolor, la idea de tener cosas más importantes de que preocuparse y dejar el sexo como algo secundario, pueden afectar a la intimidad y el bienestar de la pareja. Es muy importante abordar estos temas sin tabú. A veces es necesario planificar los momentos íntimos teniendo en cuenta cómo fluctúa el dolor, explorar nuevas posturas. Salirnos de lo que solemos considerar normal nos duele mucho, pero cuando hablamos de relaciones sexuales todo vale siempre que haya disfrute y prácticas acordadas conjuntamente. Pardo y Nieto (2021)
Los niños pequeños son muy sensibles a los cambios de comportamiento y de estado de ánimo de sus padres, por lo que es conveniente explicarles lo que está ocurriendo. Con un lenguaje adaptado a su edad y desde una perspectiva amable, se les puede contar lo que ocurre: cuanto más predictibilidad se les ofrezca será mejor para ellos.
De esta manera, desde la terapia podemos acompañar a los pacientes que sufren dolor crónico a descubrir herramientas y desarrollar habilidades que les permitan flexibilizar los patrones de comunicación con su entorno; ayudándolos a superar los sentimientos de incomprensión y aislamiento que tan frecuentemente observamos en este tipo de pacientes.
Grupo de trabajo de Psicología y Dolor
Referencias:
Aragón (2015). Re: La queja también necesita su espacio. Retrieved from: https://lamenteesmaravillosa.com/la-queja-tambien-necesita-espacio/
Araus (2007). Re: ¿Quejarse o no quejarse? Esto es lo que nos dice la ciencia. Retrieved from: https://www.eldefinido.cl/actualidad/pais/6724/Quejarse-o-no-quejarse-Esto-es-lo-que-nos-dice-la-ciencia/
Creacky Staff (2018) Re: Complaining ‘Productively’ Is Important. Retrieved from: https://creakyjoints.org/research/complaining-productively-chronic-pain/
Moix, Jenny (2006). Cara a cara con tu dolor. Técnicas y estrategias para reducir el dolor crónico. Barcelona: Paidós.
Pardo y Nieto (2021). Afrontar el dolor. Barcelona: Siglantana
Thompson (2013). Re: How Chronic Pain Affects Relationships. Retrieved from: https://www.everydayhealth.com/pain-management/how-chronic-pain-affects-relationships.aspx