Prevención del suicidio en la adolescencia: cuidar la acción, porque no todo vale

En su artículo «El suicidio, entre el ruido y el silencio», Mercedes Navío (El País, 2018) expone muy acertadamente sobre la necesidad de tratar los factores de riesgo con rigor en los medios de comunicación; siempre a los efectos de sortear y esquivar el efecto contagio y las conductas imitativas. Y apela a la consideración, que entiendo imprescindible, de la búsqueda del adecuado equilibrio en el tratamiento del fenómeno en sí y de la atención meticulosa con que han de abordarse las acciones para su adecuada y «recomendada» visibilización.  En todos los ámbitos. Necesaria, por supuesto, pero también acertada, planificada, cuidada. medida, proporcionada y ajustada al contexto. Sin estos requisitos, la acción, se entiende, podría resultar perjudicial y contraproducente. En esta línea de reflexión se sitúa asimismo Gabriel González Ortiz en su libro «Hablemos de suicidio» (Astrolabio, 2018), cuando afirma que «fallar en el tratamiento del suicidio (publicitar el método, el lugar, simplificar las causas) puede provocar un efecto contagio en personas vulnerables. Acertar, al contrario, puede ser un pilar muy importante en la prevención».

Visibilizar, sí, pero, con criterio

El fenómeno del suicidio representa un reto inaplazable. Y, especialmente, cuando hacemos referencia a la conducta suicida en la infancia y en la adolescencia. Las reflexiones señaladas resultan también indispensables en el contexto de los procesos de desarrollo e implementación de actividades que puedan ponerse en marcha, con la mejor intención sin duda, para la prevención del fenómeno con nuestros niños, niñas y adolescentes en los centros educativos. Porque no todo vale en el empeño de hacer para prevenir. En este contexto, hablar de prevención supone identificar la acción imprescindible para encarar de manera responsable la tarea de cuidarles, de acompañarles, de enseñarles a conocerse, a analizar, valorar y gestionar sus emociones, sus sentimientos y afectos; y también sus zozobras, inseguridades y dudas, sus conflictos, pérdidas, ahogos, agobios y experiencias de duelo, colapso o «fracaso».

El papel de los adultos en este proceso (incluido por supuesto el papel de padres y madres es esencial (Save the Children 2022), a través de acciones participativas y compartidas, no es cualquier cosa, precisamente. Muy al contrario, atender sus necesidades para comprender la experiencia vital cotidiana, incluida la vivencia del malestar psicológico y contribuir a su adecuada lectura e interpretación, debe sustentarse en acciones pensadas, preparadas, compartidas (entre todos los agentes de las comunidades educativas),  colaborativas, integradas en planes específicos (Luengo y Yévenes, 2021) y, de modo singular, asentadas en la evidencia científica y las recomendaciones nacionales e internacionales cualificadas.

La importancia de trazar un plan, no acciones aisladas

Las claves para la prevención del suicidio en los centros educativos deben venir marcadas por la investigación y la evidencia. De manera responsable y equilibrada. Y alejada de acciones aisladas, voluntaristas y, en ocasiones, arbitrarias y hasta inoportunas (como, a modo de ejemplo,  cuando preocupados por la detección de  conductas autolesivas en un aula, y siempre con la mejor intención, se pretende responder, «prevenir»  e incluso «corregir» estas conductas introduciendo simplemente el tema en una sesión con un grupo, o peor aún, con varios grupos de alumnos).

Disponemos de la evidencia, de la experiencia y de la efectividad de los programas. Procesos, contenidos y agentes especialmente diseñados, ordenados y pensados para reducir y minimizar los efectos dramáticos de la inacción ante los, en la actualidad, inquietantes indicios de quiebra emocional y desajustes psicológicos ligados al desarrollo de la infancia y, especialmente, de la adolescencia. Pero también para disminuir las consecuencias del «ruido», del «hacer sin más», del «hablar sin más». Más como reacción a algo que nos inquieta que como respuesta planificada y pertinente. No todo vale. No valen las acciones aisladas, improvisadas, descontextualizadas. Y menos las que se desarrollan por agentes externos que surgen en ocasiones como «paracaidistas», desubicados e, incluso, informados solo superficialmente del statu quo que pretende abordarse.

Charla informativa en clase
Charla informativa en clase

Porque el modelo de «charla informativa» puntual, muy habitual desgraciadamente en la configuración de planes de prevención de conductas de riesgo en general, representa, asimismo, un riesgo que es necesario medir de forma adecuada, tenerlo en cuenta y calibrar sus posibles impactos. Porque prevenir la conducta suicida (o cualquier forma de violencia autoinfligida) no significa, precisamente, entrar en las aulas de nuestros chicos y chicas, sin plan y proyecto preconcebido; ni «tratar» el contenido con alumnos que no conocemos, con los que no hemos tenido oportunidad de reflexionar previamente sobre aspectos esenciales del modo en que las personas nos vemos afectados por los acontecimientos indeseables, del papel del dolor en nuestras vidas, del significado del estigma, de cómo pedir ayuda, de cómo poder ayudar…

Live Life (OMS)
Guía de la OMS "Vivir la vida. Guía de aplicación para la prevención del suicidio en los países "
Vivir la vida. Guía de aplicación para la prevención del suicidio en los países

En su Guía Live Life (2021) y concretamente en el apartado «Desarrollar las aptitudes socioemocionales para la vida de los adolescentes» (pp. 72-77), la Organización Mundial de la Salud traza de manera precisa el diseño de la  intervención en el contexto escolar. Y lo hace fijando expresamente las respuestas a las preguntas esenciales: ¿Qué? ¿Por qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cómo? y ¿Cuándo? Y detalla expresamente: «Para la prevención del suicidio entre los adolescentes, las directrices de la OMS destinadas a ayudar a los adolescentes a prosperar (Helping adolescents thrive (HAT)) (OMS, 2020) y el conjunto de intervenciones costo-eficaces para la salud mental (OMS, 2021) recomiendan la aplicación del desarrollo de aptitudes socioemocionales para la vida en las escuelas. Las directrices incluyen cursos de sensibilización en materia de salud mental (es decir, la instrucción sobre la salud mental) y formación sobre aptitudes (como la solución de problemas y la manera de hacer frente al estrés). En lugar de centrarse explícitamente en el suicidio, se recomienda que los programas empleen un enfoque positivo de salud mental.»

Prevenir el suicido es posible. O, dicho de otra manera, el suicidio es prevenible (Fonseca-Pedrero, Pérez-Albéniz y Al-Halabí, 2022, p. 179) El modelo multidisciplinario de prevención del suicidio que promueve la Organización Mundial de la Salud dispone de amplia experiencia de implementación y evidencia científica de resultados. Y parece razonable, aunque solo sea por una vez, trazar líneas de acción y fórmulas cuya eficiencia ha sido suficientemente probada. Y, tal como se ha reseñado, no es necesario abordar explícitamente la conducta suicida para diseñar y gestionar planes adecuados para su prevención. Sino, más bien, planificar de forma precisa la acción de reflexión y profundización sobre conceptos y experiencias relacionadas con el fomento de hábitos personales y sociales saludables, la gestión del siempre complejo equilibrio entre bienestar-malestar psicológico;  y, por supuesto, la consideración del sufrimiento emocional en nuestras vidas. Abordar, en definitiva, de forma razonada, segura, estable, la promoción de una adecuada salud mental.

El Proyecto PsiCe y la necesidad de la Psicología Educativa en los centros escolares

Es imprescindible. Las actuaciones deben asentarse en la experiencia y en la evidencia. De aquello que se ha constatado eficaz, válido, pertinente, sólido. En ese relato nace el  Proyecto PsiCe (Psicología en centros educativo),  un proyecto impulsado desde Psicofundación (Consejo General de la Psicología de España) desde en la Comunidad de Madrid desde el mes de mayo de 2021 (y que viene implementándose, asimismo, en otras Comunidades Autónomas), que tiene como objetivo esencial validar y mostrar evidencia científica sobre la necesidad de las intervenciones psicológicas en los centros educativos a los efectos de prevenir, detectar y reducir la prevalencia de los desórdenes psicológicos y mejorar el ajuste socioemocional del alumnado.

Portada de la Presentación del Proyecto PSICE "Prevención de los problemas emocionales en adolescentes"
Proyecto PSICE Prevención de los problemas emocionales en adolescentes

Se trata de una iniciativa que se une a las acciones que el Consejo General de la Psicología de España, junto con otras organizaciones del mundo educativo (Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes -CANAE, Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado-CEAPA, Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos-CONCAPA, Sindicato de Estudiantes y el Sindicato de Trabajadores de Enseñanza -STEs-Intersindical), viene desarrollando con el Ministerio de Educación y Formación Profesional a los efectos de regular la presencia de la Psicología en el sistema educativo con la creación de la especialidad de Orientación psicológica o de Psicología educativa entre las especialidades del Cuerpo de profesores de enseñanza secundaria. A estos efectos, en junio de 2022, se divulgó públicamente el Manifiesto: “Medidas para mejorar el bienestar de la comunidad educativa”, que se presenta en la web https://bienestareducativo.org/.

El momento es ahora . Sin pausa. Con insistencia, argumentos y sensibilidad.

 

 

 

 

 

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Acerca de jaluengo

Catedrático de Orientación Educativa. Experto en Psicología educativa Habilitado Psicólogo Sanitario Experto en Psicología del deporte y de la actividad física

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2 comentarios en «Prevención del suicidio en la adolescencia: cuidar la acción, porque no todo vale»

  1. El artículo «Prevención del suicidio en la adolescencia: cuidar la acción porque no todo vale» destaca la importancia de abordar el suicidio adolescente de manera responsable y eficaz. Es esencial tener en cuenta la complejidad de los factores que contribuyen al suicidio, como los problemas de salud mental y los factores ambientales, y proporcionar intervenciones apropiadas y personalizadas. Los profesionales de la salud mental tienen un papel importante que desempeñar en la prevención del suicidio adolescente y deben trabajar en colaboración con otros profesionales y la comunidad en general para abordar este problema de manera efectiva.

  2. Los motivos detrás del suicidio en los adolescentes pueden ser complejos y variados. Algunos factores que se han asociado con un mayor riesgo de suicidio en los adolescentes incluyen:

    Depresión y trastornos mentales: La depresión y otros trastornos mentales, como la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo, pueden aumentar el riesgo de suicidio en los adolescentes.

    Abuso de sustancias: El abuso de drogas y el alcohol pueden aumentar el riesgo de suicidio en los adolescentes, especialmente cuando se combinan con otros factores de riesgo.

    Historial familiar de suicidio o de trastornos mentales: Los antecedentes familiares de suicidio o de trastornos mentales pueden aumentar el riesgo de suicidio en los adolescentes.

    Cambios significativos o estresantes en la vida: Los cambios significativos o los estresores, como la muerte de un ser querido, un divorcio de los padres o la mudanza a un nuevo lugar, pueden aumentar el riesgo de suicidio en los adolescentes.

    Acoso escolar: El acoso escolar, ya sea físico o psicológico, puede aumentar el riesgo de suicidio en los adolescentes.

    Es importante destacar que, aunque estos factores pueden aumentar el riesgo de suicidio en los adolescentes, no todos los jóvenes que experimentan estos problemas se suicidan. Es importante buscar ayuda profesional si un adolescente muestra señales de suicidio o si uno tiene preocupaciones sobre su bienestar mental.

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