La psicología económica o economía del comportamiento, es un campo de investigación que utiliza los principios de la economía y de la psicología para comprender cómo las personas toman decisiones, también, sobre su salud. Utilizan los conocimientos de ambas disciplinas para tratar de ayudar a las personas a tomar decisiones que sean coherentes con sus propios intereses a largo plazo y que impacten positivamente en su salud.
Autoría. Esta entrada ha sido elaborada, principalmente, por OLGA ESPALLARDO GARCÍA, psicóloga y economista de la salud, miembro del Grupo de Trabajo de Psicología y Economía del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
Psicología económica, heurísticos, sesgos y acicates
De forma muy breve, se puede definir la economía como una ciencia social que estudia la forma de administrar los recursos disponibles (escasos y limitados) para satisfacer las necesidades humanas (prácticamente ilimitadas). Además, también estudia el comportamiento y las acciones de los seres humanos en todas las fases relacionadas con el proceso de extracción, producción, distribución, adquisición y uso de bienes y servicios.
Por su parte, la economía conductual o psicología económica, sería el estudio de cómo los factores psicológicos, sociales o cognitivos afectan las decisiones económicas de los individuos, los grupos y las organizaciones. Así, el ámbito de la psicología económica sería el de aplicación de la psicología a la conducta económica, en las áreas de intersección entre la psicología y la economía.
Según abandera la psicología económica, el comportamiento humano está marcado por los sesgos derivados del uso de heurísticos en nuestro razonamiento. Para cambiar, adecuar y mejorar dicho comportamiento, este puede orientarse en la dirección correcta mediante los denominados “acicates o empujones” (nudge en inglés).
La teoría del empujón es un concepto utilizado en la economía de la conducta. Propone formas de influir en las elecciones y comportamientos de las personas a través de cambios sutiles en el entorno en el que se toman las decisiones.
Este esquema, heurísticos, sesgos e intervenciones (nudges), constituye el armazón de la psicología económica en general y en la aplicación de la psicología económica en el ámbito de la salud como una de sus múltiples aplicaciones.
Psicología económica versus economía tradicional
Una persona ajena a la psicología económica, con un enfoque de economía tradicional y que trabaje en el campo de la salud, pensaría que el ser humano siempre toma las decisiones que más le beneficiarán. Pensaría que, si la persona tiene toda la información necesaria, tomará siempre la decisión que más les convenga para su salud.
Si esto fuera así, nadie en su sano juicio comería comida rápida o procesada, o nadie elegiría un postre dulce en vez de una fruta fresca, sabiendo y teniendo la información que este tipo de comida es procesada, con alto contenido calórico y bajo en nutrientes, y que puede generar obesidad, diabetes u otras muchas enfermedades.
Tampoco tendríamos millones de personas que fuman, aun sabiendo que fumar es adictivo y puede causar cáncer de pulmón, EPOC y otras enfermedades crónicas. Así mismo nadie permitiría un estilo de vida sedentaria para si mismo, y por tanto incorporaría el ejercicio en su rutina diaria.
Este esquema de pensamiento clásico ha influido en el diseño de muchas políticas de salud pública a lo largo de los años. En ellas se ha priorizado brindar información sobre riesgos, imponer impuestos a sustancias nocivas como el tabaco y el alcohol o subsidiar cuidados preventivos como las vacunas.
Todos los días observamos cómo las personas toman decisiones que no parecen muy racionales y que no les conviene para su salud, y estas decisiones las toman, incluso teniendo información sobre las consecuencias y como impacta en su salud.
Así mismo, hemos podido comprobar cómo estas políticas de salud pública enfocadas en incentivos económicos tradicional han resultado ser ineficientes teniendo un escaso éxito en nuestra sociedad.
Racionalidad limitada
La psicología económica difiere de la economía más tradicional en considerar que la racionalidad puede estar limitada o que es limitada, y que está influida por factores como la impulsividad, la fuerza de voluntad, las normas sociales y el contexto en el que se toma la decisión. Parte de la base de que el ser humano toma decisiones no racionales para su salud todos los días. La parte positiva de esto es que estas conductas pueden ser predecibles.
Es el factor de previsibilidad de comportamiento en lo que se ha enfocado la disciplina de la psicología económica. Logrando identificar científicamente, estos patrones de comportamiento y lo que influye detrás de esas decisiones para poder diseñar una intervención que, de forma efectiva, estimule un cambio de patrón de comportamiento positivo y duradero para la salud.
Así, el enfoque de la psicología económica es predecir y comprender mejor las acciones de las personas, con el objetivo de diseñar políticas de salud pública más efectivas. Sabemos que la salud es un estado que se puede ver alterado por la genética del individuo y por los factores ambientales que rodean al individuo.
En los factores ambientales, y las decisiones del individuo son un aspecto clave, sobre todo si hablamos de hábitos saludables y prevención.
Es precisamente en la parte ambiental y conductual del individuo donde, encontramos un mayor espacio para modificar esas decisiones irracionales a través de las teorías de la economía del comportamiento que se convierte en una herramienta enormemente influyente en el cuidado de la salud permitiéndonos fomentar un comportamiento más saludable y obteniendo mejores resultados de la salud del individuo (si lo aplicamos a una terapia individualizada) o de la sociedad (si lo aplicamos en planes o políticas de salud pública).
Principios de la psicología económica en el campo de la política sanitaria y cuidado de la salud
En la literatura se observan que hay seis principios de la psicología económica que más se utilizan en campo de la política sanitaria y cuidado de la salud.
En primer lugar, antes de enumerar algunos de los sesgos que pueden ser determinantes para un comportamiento inadecuado en el ámbito de la salud, describiremos, brevemente, el heurístico de disponibilidad.
La heurística de disponibilidad
Habitualmente, las personas juzgan las probabilidades de que ocurra un evento en la medida que tenga ejemplos inmediatos y cercanos. Es decir, se generan juicios basados en información fácilmente disponible en la memoria descartando una búsqueda de más información.
Del uso de este heurístico se derivan dos sesgos importantes: El sesgo de proximidad que hace que predominen los acontecimientos más próximos, temporal, espacial o emocionalmente y el sesgo de confirmación que nos lleva a dar preferencia a la información que confirma las creencias y punto de vista previos.
Así, las enfermedades o condiciones a las que se haya enfrentado un amigo o que son el tema recurrente en las noticias, tienden a aumentar la percepción del individuo sobre su riesgo personal de padecer esa enfermedad.
Por ello los jóvenes pueden responder mejor a un programa de prevención de consumo de drogas después de la muerte por sobredosis de drogas de una celebridad significante para esa población.
La brecha de intención-comportamiento
Es decir, la diferencia que hay entre lo que una persona intenta hacer y lo que realmente hace.
La brecha entre la intención y el comportamiento aparece a menudo en nuestras vidas. Un ejemplo claro es cuando uno tiene la intención de seleccionar un postre saludable como una pieza de fruta, pero al final decide tomar un trozo de tarta, hay una brecha entre su intención y su comportamiento. De manera similar, las personas con obesidad pueden tener la intención de controlar su ingesta calórica, pero por varias razones, no siempre lo hacen.
El sesgo del presente
Consiste en preferir la gratificación instantánea y tangible que impulsa la motivación humana.
Para el ser humano, las gratificaciones en el momento tienen más fuerza que las gratificaciones que se retrasan en el tiempo. Por la misma razón, los sentimientos positivos instantáneos tienen mayor fuerza motivadora que el potencial de un sentimiento positivo en el futuro.
La aversión a la pérdida
En este caso la preferencia es evitar perder algo que una persona ya tiene, en lugar de ganar algo que aún no tiene.
Las investigaciones han demostrado que las personas tienen mayor preferencia por hacer los esfuerzos necesarios para evitar perder algo que para ganar algo. Esto demuestra que las personas tienen una tendencia a sobrevaloran las cosas que ya poseen por el sentimiento de pertenencia, porque se sienten dueños de ellas. Por ello, es mejor incentivar por adelantado ciertos comportamientos que proporcionan salud y establecer la consecuencia de perder ese incentivo si se presentan comportamientos que no proporcionan salud.
Hay numerosas aplicaciones de cumplimiento farmacológico que han empleado este principio de la psicología del comportamiento para mejorar la adherencia del paciente. Algunas de ellas ofrecían incentivos financieros, utilizando el sesgo del presente y ofreciendo una recompensa instantánea y tangible que actuaba como herramienta motivacional muy poderosa contra la falta de adherencia. Al recibir el incentivo financiero al inicio del programa de adherencia, el paciente presentaba una gran aversión a la perdida y por lo tanto se adherían mucho más al tratamiento farmacológico.
Arquitectura de elección
Se refiere a la relación directa que hay entre la elección de una persona y cómo se presenta la información, la presencia de una opción predeterminada y cuántas opciones hay disponibles.
Hay ejemplos diarios de que cuando a las personas se les dan demasiadas opciones para elegir, en realidad se desalientan a hacer una elección.
Hay ejemplos diarios que cuando a las personas se les dan demasiadas opciones para elegir, en realidad se desalientan a hacer una elección. E incluso si solo hay unas pocas opciones, la forma en que se presentan esas opciones también puede afectar la elección que hacen.
En el campo de la salud, un ejemplo podría ser, si a una persona se le dice que un procedimiento quirúrgico le da un 80 % de posibilidades de sobrevivir durante unos 18 meses, lo percibe de manera diferente que, si se le dice que, con el procedimiento quirúrgico, hay un 20 % de posibilidades de morir dentro de 18 meses.
Si al presentar la información sobre la que ha de elegir el paciente, las opciones están repletas de otras opciones a considerar, la persona puede sentirse demasiado abrumada como para evaluar las opciones y les cuesta tomar más la decisión por sentirse fatigados.
Por ello simplifique la forma en que se presenta la información para que sea fácil de usar para las personas ayuda al proceso. Utilizar listas de verificación simples para procedimientos importantes de varios pasos pueden ser útiles para prevenir errores quirúrgicos.
Sesgo del statu quo
Las personas tienen una inercia y tienden a no desviarse de la opción predeterminada ni revertir sus decisiones anteriores. Por ejemplo, muchas personas se quedan con las opciones predeterminadas para la donación de órganos, ahorros para la jubilación y planes de seguro médico. Por ello incorporar la opción saludable y que esta sea la opción predeterminada, es decir, incluir rodajas de manzana en lugar de patatas fritas como guarnición en las comidas de los niños, o limite el tamaño de las porciones.
Hemos realizado una aproximación muy general y resumida sobre cómo podemos utilizar el conocimiento de la psicología económica para influir en los resultados en salud de los pacientes y generar poblaciones de pacientes más saludables.
Ahora, podemos imaginar los beneficios que se podían derivar si incorporáramos este conocimiento en nuestras políticas sanitarias.
Potencial de la psicología económica para mejorar la eficacia de las políticas de salud pública a un bajo coste
Sin duda hay que destacar el potencial que ofrece la psicología economía para mejorar la eficacia de las políticas de salud pública a un bajo coste.
Si bien la incorporación de conocimientos de la economía del comportamiento en la política de salud pública tiene el potencial de mejorar la salud de la población, su integración en los programas y políticas gubernamentales de salud pública requiere un diseño cuidadoso y una evaluación continua de tales intervenciones.
Para diseñar una intervención de política basada en psicología económica, es necesario comprender primero el proceso de toma de decisiones en torno al comportamiento objetivo. Por ello tendríamos realizar una fase previa de auditoria o de diagnóstico del comportamiento problemático, así como diseñar el proceso de decisión y desarrollar el empujón que nos permitirá cambiar ese comportamiento.
Evidencia científica
Debido a que la psicología económica es una ciencia relativamente nueva, la evidencia científica en el campo de la política sanitaria y en el cuidado de la salud publica sigue siendo escasa. Encontramos estudios en este campo con muestras a veces relativamente pequeñas, con falta de replicación de estos estudios, y podríamos pensar que cómo en todos los campos, no está exento de haber sesgo de publicación; es decir, los estudios que encuentran resultados que han sido efectivos en modificar el comportamiento pueden tener más probabilidades de ser publicados que aquellos que no encuentran ningún efecto.
En general, así como pasa en las iniciativas de la economía más tradicional enfocada a la salud pública o política sanitaria, en las publicaciones de psicología económica aplicada a la salud pública o política sanitaria, se ha informado poco de la rentabilidad de la iniciativa, por lo que no sabemos si han sido coste efectivas o no podemos compararla con enfoques de abordaje más tradicional.
Como toda ciencia joven, con el tiempo y la experiencia, crecerá en evidencia científica lo que sin duda será determinante para la consolidación de esta ciencia dentro de la política sanitaria. Sería deseable poder estimular más investigaciones de la psicología económica en el campo de la salud pública y de la política sanitaria.
Autoría. Esta entrada ha sido elaborada, principalmente, por OLGA ESPALLARDO GARCÍA, psicóloga y economista de la salud, miembro del Grupo de Trabajo de Psicología y Economía del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
Referencias
Abellan JM, Rodriguez Gonzalez-Moro, Acicates (nudges) para mejorar la salud y la asistencia sanitaria. CEMAD 2022, consultado https://www.cemad.es/wp-content/uploads/2022/12/09_JOSE_MARIA_ABELLAN_Y_COLS-179.pdf
Abellán, J. M. y Jiménez-Gómez, D. (2020), «Economía del comportamiento para mejorar estilos de vida y reducir factores de riesgo», Gaceta Sanitaria, 34 (2): 197-199.
Navalón, Adrián (2020). Psicología Económica: Sesgos, Heurísticos Y “Empujones” en la toma de decisiones bajo incertidumbre. Blog de Psicología del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. https://www.copmadrid.org/wp/psicologia-economica/
Rice T. The behavioral economics of health and health care. Annu Rev Public Health. 2013;34:431-47. doi: 10.1146/annurev-publhealth-031912-114353. Epub 2013 Jan 7. PMID: 23297657.
Vlaev I, King D, Darzi A, Dolan P. Changing health behaviors using financial incentives: a review from behavioral economics. BMC Public Health. 2019 Aug 7;19(1):1059. doi: 10.1186/s12889-019-7407-8. PMID: 31391010; PMCID: PMC6686221.
Volpp KG, Asch DA. Make the healthy choice the easy choice: using behavioral economics to advance a culture of health. QJM. 2017 May 1;110(5):271-275. doi: 10.1093/qjmed/hcw190. PMID: 27803366; PMCID: PMC6257018.
Fantástico artículo. Muy esclarecedor. Gracias!
Maribel Gámez.
Interesante, gracias.