Terapia y marcos de racionalidad

Mujer en sesión de terapia

                                                                                                 

                                      TERAPIA Y MARCOS DE RACIONALIDAD

 

         Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo.

                                                                                      Ludwig Wittgenstein

 

            Maribel Gámez, Psicóloga Clínica y Psicopedagoga
        Directora del Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez

 

Resumen:

En nuestra práctica profesional, los psicólogos, vemos como los pacientes traen a terapia formas de entender la realidad que están cargadas de trampas que les dificultan resolver aquello por lo que sufren. Tarea del psicólogo es detectarlas, mostrarlas y cambiarlas. En este escrito se habla de tres de ellas: las del lenguaje, las del razonamiento y las de los atajos o heurísticos ilustradas en un caso clínico.

La verdad existe. Reconocemos la verdad porque concuerda con la realidad, con los hechos desde una perspectiva materialista donde se reconocen a Maquiavelo, Spinoza o Marx. La siguiente frase servirá de ejemplo: la Tierra gira alrededor del Sol. Esta proposición es cierta porque concuerda con una realidad. Una realidad que Copérnico sacó a la luz, tras sus observaciones y mediciones, justo en el año de su muerte. Gracias al desarrollo de su teoría, la heliocéntrica, podemos explicar muchos fenómenos como, por ejemplo, el movimiento aparente de las estrellas. Tras ese descubrimiento vinieron muchos otros que muestran coherencia con el anterior.

Esa idea, que cambió la historia, se ha transmitido hasta el día de hoy sin que haya sido refutada, ya que lo que la ciencia va descubriendo no la contradice. Sin la verdad, no se avanza, no hay progreso. Por eso, la ciencia la busca tenazmente a través de hipótesis, recogida de datos y su análisis y posteriores conclusiones sobre si la hipótesis es verdadera o no. Datos, hechos y su contrastación nos permiten describir, entender, pronosticar y cambiar el mundo. Sin la verdad estamos perdidos. A ciegas. Y sin razonamiento lógico, que es la herramienta subyacente a toda ciencia, que nos permite discernir los hechos que son verdad entre los que no lo son, tampoco podría darse el trabajo terapéutico ni la comunicación efectiva que este necesita. En la terapia trabajamos en un marco de racionalidad cuyo vehículo es el lenguaje. Un lenguaje que debe acercarse a la verdad, a la descripción de los hechos desde la perspectiva de la filosofía analítica propia de autores como Wittgenstein, Russell o Popper.  Y uno de nuestros objetivos, entre otros, como psicólogos, es guiar por el camino de la racionalidad a las personas que vienen a terapia y se han perdido.

 

Fotografía del sol asomando por la curvatura de la Tierra
Es rigurosamente cierto que la Tierra orbita el Sol

La mayoría de los pacientes que acuden a consulta psicológica han caído en varias trampas relacionadas con el lenguaje y el razonamiento que les dificultan ver la realidad, reconocer la verdad. Muestran ideas erróneas sobre la realidad, ideas que no resisten la lógica. Estas trampas son sesgos o atajos mentales que los seres humanos utilizamos para realizar tomas de decisiones en situaciones de incertidumbre. Son poco lógicas, parciales e intuitivas y nos llevan a cometer más errores que si no los utilizásemos. Daniel Khaneman, psicólogo, es el referente al que hay que acudir para comprender bien estos procesos de pensamientos condicionados.

A continuación hablaré de un caso de un paciente al que he tratado y que sufre las consecuencias de este tipo de trampas.

Se trata de una persona con una carrera académica exitosa que se ha labrado un buen historial académico y logrado un trabajo adecuado a aquello a lo que ha estudiado. Además, ha sido capaz de construir unas relaciones afectivas fuertes, que era algo que el paciente buscaba lograr en su vida por considerarlo vital para él. También relata ser una persona muy diestra en los deportes, habiendo ganado algunos trofeos de ámbito autonómico. Obviamente, no ha podido conseguir todo lo que se ha propuesto en la vida y algunos proyectos profesionales y personales no han llegado a buen término. Relata, como ejemplo de fracaso, haber sido incapaz de progresar en el estudio del idioma alemán, habiendo suspendido el examen que le acreditaría en posesión de niveles altos de competencia en ese ámbito.

Refiere un miedo extremo a emprender cualquier proyecto por miedo al fracaso. Un miedo que dice paralizarle y causarle un gran sufrimiento. Es el futuro lo que le preocupa. Un futuro donde se ve incapaz de hacer nada que «merezca la pena».

 

 

Silueta de hombre a contraluz de una ventana de oficina
El paciente puede ver oscuro lo que resulta luminoso

La trampa del lenguaje

Cuando evalúo a esta persona en terapia, toda esta información sale a la luz. En resumen él cuenta 3 éxitos importantes en su vida y un fracaso relevante, los idiomas.

A pesar de que la información anterior indica que en su vida ha tenido más éxitos que logros (en una proporción, resumiendo, de 4 a 1, según él relata), el paciente afirma que es «un fracaso en todo lo que hace». Tras esta afirmación está claro que algo no encaja, algo de lo que ocurre se sitúa fuera de la lógica. Aquí empieza, entonces, el trabajo del psicólogo de acercarle todo lo posible a lo que la realidad significa. Me refiero con esto a una concordancia entre su lenguaje y lo que los hechos son, lo que la realidad le dice. A acercar al paciente a sus fallos lógicos entre su realidad verbal y de pensamiento y la realidad fáctica. Y para ello, lo primero es ir al lenguaje, a lo que significan las palabras que utiliza y que son la base, bien empleadas, para describir correctamente el mundo.

Si no definimos qué es «fracaso» no podemos contrastarlo con la realidad. Así ocurre con ser de derechas o de izquierdas, rico o pobre. El paciente cree que sabe lo que significan pero, en la mayoría de las ocasiones, los significados que traen los pacientes son construcciones personales de lo que creen que significa. O en otras ocasiones una nebulosa confusa de ideas. A veces ni siquiera pueden definir las palabras que utilizan cuando se les pregunta por ellas, pero luchan a muerte por defenderlas, ya que forman parte de su identidad desde hace mucho tiempo.

Más de una persona que acude a terapia se sorprendería si buscase en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) las definiciones de términos que cree conocer y que condicionan de manera absoluta su vida.

 

Letras del scrabble BLOG
Lo que significa para el paciente puede no ser lo que significa en realidad

Si atendemos la definición de fracaso de la Real Academia Española (RAE) veremos que hay dos acepciones que se ajustan a lo que el paciente se refiere:

  1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.
  2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto.

Según esas acepciones, lo que dice el paciente sobre sí mismo no es cierto. Los hechos no se corresponden adecuadamente con aquello que él cree. Comenzó una carrera que terminó con éxito, consiguió un trabajo de acuerdo con su cualificación y así todos sus éxitos. En la gran mayoría de las empresas que emprende no hay resultados adversos, sino al revés. Así que la idea de que «es un fracaso en todo lo que emprende» no se sostiene. El primer problema con el que me encuentro es que él no contaba estos eventos como éxitos por su dificultad para definir lo que un éxito es. Cuando acudimos a la RAE tuvo que asumir, tras unas cuantas sesiones, que eran ejemplos de éxitos. Una realidad con la que no contaba a la hora de narrar su propia vida.

Tras esta revisión, sin embargo, su idea sobre que fracasa en todo lo que emprende seguía intacta. ¿Por qué? Había más trampas que descubrir y sortear.

La trampa del razonamiento

Algo más ocurre aparte de no usar bien las palabras que le lleva a no saber describir correctamente la realidad. Y es un problema en su manera de razonar. Su afirmación surge del siguiente razonamiento inductivo:

1: Emprendo a tarea y tengo éxito

2: Emprendo b tarea y tengo éxito

3: Emprendo c tarea y fracaso

3: Emprendo d tarea y tengo éxito

Conclusión: «fracaso en todas las tareas que emprendo».

Sus logros, hasta 3 de ellos según él describe, es decir, los hechos, deberían ayudarle a configurar una idea sobre su capacidad de éxito en lo que emprende muy diferente a «soy un fracaso en todo lo que hago». La conclusión no se desprende de las premisas. También es un asunto estadístico. Parece que su tasa de fracaso es del 25%, o sea que su éxito se sitúa en un 75%. Un porcentaje bastante alentador para tener cierta confianza en sí mismo, la próxima vea que quiera conseguir algo. Quizá la conclusión más certeza sería «ocasionalmente fracaso en aquello que emprendo». No está nada mal.

Si realmente fuera un fracaso en su trabajo, por ejemplo, su realidad sería otra. Ya no estaría trabajando porque probablemente su jefe o sus clientes compartirían su misma opinión y no lo querrían cerca laboralmente. La realidad le diría que tiene razón, que ha fracasado en su trabajo por el motivo que sea. Tampoco mantendría otros trabajos porque según él, fracasa en todo lo que emprende.

 

Debate en grupo
La vehemencia no mejora el razonamiento

Parece que el paciente está poniendo en marcha un proceso de generalización en el que un dato de la realidad, el único fracaso significativo, capta toda su atención y hace que saque conclusiones sesgadas sobre lo que ocurrirá en un futuro. Sin tener en cuenta el resto de la información. Sus logros han desaparecido de los razonamientos que él hace. Está sesgando la información que le llega de los hechos.

La trampa del atajo

Y es que existe una tercera trampa, aparte de la confusión en la definición de las palabras y los razonamientos lógicos falsos: la utilización de atajos mentales, también llamados heurísticos, para entender la realidad. Estos tres procesos están relacionados. Es decir, es esperable que una persona que utiliza palabras cuyo significado personal es equivocado o distorsionado después realice razonamientos deductivos o inductivos erróneos, utilizando dichas palabras. Y también lo es que luego se vaya a la realidad a recoger información a través de una serie de atajos mentales con ambos problemas a cuestas.

El estudio de los atajos o heurísticos ya viene de lejos. En 1970, dos psicólogos cognitivos, Kahneman y Tversky, introdujeron el término heurístico para explicar los atajos en el procesamiento de la información. ¿Por qué necesitamos simplificar la forma en la que captamos información de la realidad? Porque pensar sobre asuntos complejos cansa, entre otros motivos. Es un asunto que se abordó en el blog de mi Centro de Psicología. Los esfuerzos mentales complejos liberan una sustancia potencialmente tóxica llamada glutamato que hace que la corteza prefrontal, dedicada a los procesos mentales más difíciles, sea más costosa de activar tras ese esfuerzo. Aunque, afortunadamente, ese esfuerzo mental, si se practica con frecuencia cada vez será más sencillo y menos costoso gracias a la capacidad de adaptación que posee el ser humano.

¿Qué tipos de sesgos podemos encontrar en las personas con la que trabajamos en terapia?

La disonancia cognoscitiva es un sesgo muy común. Hace referencia a la sensación de incomodidad que una persona experimenta cuando al adquirir una nueva información esta entra en conflicto con creencias que ya posee (Pompian, 2011). Leon Festinger, psicólogo que introduce el término en 1957, explica que una vez esta sensación de incomodidad es creada, la persona luchará por eliminarla mediante la modificación de una o ambas ideas para crear una consonancia entre ellas. Incluso en situaciones donde la persona tiene ideas muy negativas sobre sí misma y mucha pruebas en contra para refutarla. Aguantar el malestar que genera que la realidad no sea como se piensa hace que las personas seleccionen solo la información que encaje con sus ideas.

Camino forestal
En la salud mental, los atajos no llevan a buen sitio.

Otro de ellos es el sesgo de representatividad. Las personas categorizamos y clasificamos la realidad para hacerla más comprensible. Este sesgo se define como la tendencia a clasificar la realidad en las categorías ya creadas por cada uno de nosotros. Así que si se presenta un elemento nuevo que no encaja con las clasificaciones ya creadas, se incluye en una de ellas. Es un proceso que se basa en una forma de pensar en base a estereotipos. Se ve fácilmente a poco que observemos conversaciones coloquiales sobre política, por ejemplo. Los conceptos «ser de izquierdas» o «ser de derechas» hacen referencia a clasificaciones estancas para la mayoría de la gente. Es común escuchar conversaciones sobre contenido político en que las personas solo contemplan 2 posibilidades: se es de izquierdas o se es de derechas, de la misma manera que en un partido de fútbol sólo hay dos equipos. Cada clasificación conlleva una serie de expectativas sobre esa persona, lo que piensa, sus ideas y sus actuaciones. Sin embargo, la realidad es mucho más amplia como para aglutinar todo el pensamiento político y económico en solo esas dos categorías.

Existen más atajos en la forma de recibir la información del mundo que, inevitablemente, determinan la forma de tomar decisiones. El psicólogo deber ser muy diestro para detectar las falsas definiciones, los razonamientos erróneos y los sesgos que el paciente trae a consulta, con un ojo puesto, también, en no caer en sus propias trampas. Nadie está exento de cometerlas. Solo la autoobservación puede conseguir su detección y el posterior cambio de hábitos.

Ambos sesgos descritos anteriormente estaban presentes en el paciente. Por un lado, desechando la información proveniente de la realidad que le indicaba que su idea de fracaso era un error y, por otro, clasificando sus experiencias en el cajón prefabricado del fracaso. Ambos explican, en gran parte, junto con las otras trampas, las malas definiciones y los razonamientos falsos, cómo se mantiene la idea de fracaso, una idea falsa, a pesar de los hechos. Sacados todos ellos a la luz y vencidos, ayudaron al paciente a ser capaz de enfrentarse a retos futuros, bien graduados, con una gran probabilidad de éxito. Una vez vencido el miedo la terapia se espació hasta desvanecerse.

Mujer en sesión de terapia
La verdad existe pero es escurridiza, incluso para el psicólogo

Las trampas también acechan al psicólogo

La verdad existe pero es escurridiza. No es fácilmente accesible para las personas que acuden a terapia y también los psicólogos estamos sujetos a las mismas trampas que nuestros pacientes. No podemos olvidar observar detenidamente si hemos caído en alguna de ellas cuando estamos en terapia, cuando evaluamos, cuando llegamos a un diagnóstico.  Somos modelos de conducta en terapia y debemos haber conocido y vencido aquello que queremos enseñarles.

El último paso es entrenar a los pacientes para que sean capaces de detectar estos atajos mentirosos y salir de sus trampas para así vivir mejor, de manera más coherente con la realidad. Las técnicas utilizadas para tal fin son la terapia racional emotiva de Ellis y la mayéutica socrática. Estar cerca de la realidad es un requisito indispensable para evitar malestar y sufrir menos. De esta manera haremos que su lenguaje cambie y que muestre más claridad, más acercamiento a la realidad, ensanchando los límites de su mundo.

Conclusiones:

Los psicólogos nos encargamos de un campo muy amplio que es la conducta. Para ello, tenemos que conocer los contextos en los que se da dicha conducta con todo el detalle que nos sea posible para ayudar al paciente a que los comprenda de una manera fiel y pueda adaptarse a ellos, o rebelarse, según lo que el paciente considere oportuno, según sus objetivos. El alejamiento de la realidad que producen los sesgos y los razonamientos fuera de la lógica genera comportamientos que mantienen al paciente en conflicto. Una tarea indispensable es ayudarles a reconocerlos para procurarles el mayor bienestar posible.

Bibliografía:

Wittgenstein, Ludwig. Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Tecnos, 2017.

Kahneman D, Slovic P, Tversky A, editors. Judgment under Uncertainty: Heuristics and Biases. Cambridge: Cambridge University Press, 1982

Nicolás González Vareala. Marx y el «aenigma» Spinoza. Viento Sur. Agosto de 2014. http://nangaramarx.blogspot.com.es/2014/08/marx-y-el-aenigma-spinoza.html

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Acerca de MARIBEL GÁMEZ CRUZ

Psicóloga y psicopedagoga. Trabajo con un equipo especializado en el tratamiento de niños adolescentes y adultos. Presencialmente en Madrid y online.

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9 comentarios en «Terapia y marcos de racionalidad»

  1. Hay a quienes nos cuesta salir de la caverna y dejar atrás el mundo sensible, pero gradualmente (y con la ayuda de profesionales como vosotras) consigues acostumbrarte a la luz cegadora del sol y comprender que la realidad es algo más que las proyecciones de tus pensamientos.

    Es un articulo fantastico!

  2. Este artículo sobre la terapia y los marcos de racionalidad es muy interesante y perspicaz. Me gustó cómo se exploraron diferentes enfoques terapéuticos y cómo se destacó la importancia de examinar y desafiar nuestros propios marcos de racionalidad.

    El artículo ofrece una visión profunda sobre cómo nuestros patrones de pensamiento y creencias pueden influir en nuestra salud mental y emocional. Además, proporciona ejemplos claros de cómo los terapeutas pueden trabajar con los pacientes para identificar y cuestionar esos marcos, fomentando un pensamiento más flexible y adaptativo.

    Es alentador ver que se mencionan enfoques terapéuticos como la terapia cognitivo-conductual y la terapia narrativa, ya que muestran cómo se pueden aplicar diferentes técnicas para ayudar a las personas a desarrollar una mayor claridad y comprensión de sí mismas.

  3. Vosotros veis las cosas de una manera y yo de otra eso es evidente. Es mi realidad porque es lo que he vivido y nadie lo va a poner en duda y si algún psicólogo cree lo contrario lo debatimos hasta quedarnos sin voz, pero si el trabajo del psicólogo va a consistir en poner en tela de juicio a mí realidad y a mí sin medida ni razón y sin debate pero sí con imposición mejor no ir. Ahora entiendo muy bien porqué veo en consulta que los psicólogos sí juzgan a sus clientes.

  4. Muy interesante la exposición del tema y muy bien ilustrada con el paciente que tuvo la suerte de encontrar a alguien que le ayudó a superar esas trampas que tanto sufrimiento pueden llegar a generar.
    Muchas garcias

  5. El artículo «Terapia y marcos de racionalidad» explora cómo las creencias y los marcos de racionalidad pueden influir en el proceso terapéutico. Es esencial que los terapeutas trabajen en colaboración con los clientes para explorar y comprender sus marcos de referencia y cómo estos pueden afectar su pensamiento y comportamiento. Al hacerlo, los terapeutas pueden ayudar a los clientes a identificar patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales y desarrollar estrategias efectivas para cambiarlos.

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