Valdría esa sencilla frase como una respuesta luminosa y aleccionadora del diputado Errejón para aquel otro que vociferó en el hemiciclo del Congreso “Vete al médico”. Si lo pensamos con detenimiento contenía un significado de gran calado, ya que bien hubiera podido gritar “Vete al medico… Psiquiatra” o bien “que te traten” imagino esto último que con abundantes fármacos.
Elevar la voz por el sufrimiento emocional de la población en aquel lugar sagrado donde se tratan los asuntos importantes como la economía y los dineros que, para algunos es el único rasero con que muchos miden el valor de las cosas, implicó que el propio diputado Errejón con su vibrante reivindicación de “más psicólogos en el sistema nacional de salud pública para atender las necesidades emocionales y psicológicas de la población” fuera señalado y tratado como si él mismo hubiera perdido la chaveta. Parecía “cosa de locos”. Sin embargo, lo triste, lo doloroso es asistir en España a una escena donde la simple mención del sufrimiento emocional es seguida, como en un acto reflejo, por una respuesta “estigmatizadora”. La salud mental, es la Cenicienta de la salud, despreciada como no importante y relegada hacia el vasto terreno de lo innombrable e invisible.
El acontecimiento feliz que siguió a este rifirrafe y que todos presenciamos, fue el aplauso sonoro del resto de los diputados y del propio presidente del Gobierno más empáticos en su réplica frente a las necesidades emocionales de la población, aunque no tanto frente a la cruda realidad del presupuesto destinado a reforzar el sistema nacional de salud mental pues disponemos de una ridícula ratio de 6 Psicólogas y Psicólogos por cada 100.000 habitantes frente a los 19 de media europea. Ya la OMS nos advertía diligente hace meses que se acercaba una “ola de problemas emocionales y psicológicos” pero aún no contamos con una estructura adecuada que provea de atención mínima eficiente debido a la falta endémica de recursos. Casi toda debe derivarse hacia el sistema privado.
Viendo lo que sucedió en el Congreso de los diputados me preguntaba como Psicóloga si esas personas que acuden esperanzadas a nuestras consultas en busca de la sanación a su malestar interno o que necesitan descubrir nuevas perspectivas y herramientas útiles en el abordaje de sus dificultades o de diversas situaciones vitales, etc. decía, que me preguntaba, si ellos también se sintieron señalados. Y, ¿cuál sería el impacto emocional en aquellos otros atrapados en la telaraña de sus resistencias internas a la hora acudir en busca de ayuda psicológica por primera vez?
El miedo a la estigmatización es muy paralizante. Muchas personas temen al qué dirán si descubren que van al Psicólogo o a sufrir el rechazo social al ser etiquetados como “locos” o “débiles mentales” o incluso a que lo usen como arma arrojadiza para descalificar sus opiniones.
Es verdad, que aún hoy la sociedad sigue teniendo una asignatura pendiente respecto a normalizar y comprender mejor lo que acudir a una Psicóloga o a un Psicólogo significa. Pero la existencia de un clamor social de atención psicológica durante la pandemia como evidencian los datos del CIS acerca de que el 70% de la población hubiera deseado obtener dicha asistencia o acompañamiento emocional en algún momento durante la pandemia, evidencia dos cosas esenciales en nuestra sociedad: que frente a los problemas o dificultades se puede pedir ayuda y que al hacerlo se maneja un grado de conciencia suficiente de padecer un malestar emocional que te hace sufrir y lo segundo, es que puedes elegir decidir usar todos los recursos disponibles para solucionarlo. La Psicóloga y el Psicólogo es uno de ellos. Pero éstos deben de ser accesibles y estar disponibles para realizar su labor.
Tenemos que enseñar a pensar una cosa, que lo que realmente nos hace débiles frente a las dificultades, lo que nos vulnerabiliza en serio, es no recibir la ayuda adecuada cuando realmente la necesitamos. Sólo si disponemos de ella nos hacemos resilientes a la hora de adaptarnos exitosamente a las adversidades. Y, sólo si proveemos de los recursos y las ayudas adecuadas a la gente favoreceremos el crecimiento y la recuperación.
Lo que debemos entender como señala Masten (2011), en la «Guía elaborada por la Sociedad Psicológica Británica acerca de un marco de afrontamiento y resiliencia para el apoyo en las transiciones de regreso a la escuela» y es uno de los grandes referentes en Resiliencia y estrategias de afrontamiento, es que la nuestra, la de cada uno de nosotros, va a depender de la interacción de diferentes elementos interconectados de un sistema dinámico y que es en sí mismo cambiante.
La resistencia individual depende de las otras partes del sistema. El contexto pandémico que atravesamos afecta a todos los elementos del sistema de ahí que sea natural que nos sintamos afectados. Hemos experimentado un gran desafío a nivel individual, dentro de nuestras familias, en nuestra organización del trabajo y estudio y en la sociedad en su conjunto durante el periodo de confinamiento y después. Y, todos nos hemos visto obligados a modificar las relaciones afectivas e íntimas ya sean sociales, familiares, con nuevas parejas, los entornos laborales y escolares, la manera de cuidar a las personas vulnerables en nuestras familias ya por edad o enfermedad e incluso la manera de despedirnos de quienes amamos.
Es decir, que nos hallamos inmersos en un escenario extraordinario de gran incertidumbre a nivel mundial donde no sabemos qué va a pasar o cómo va a ser nuestro futuro, al tiempo que estamos siendo interpelados de forma constante para encontrar nuevas herramientas de afrontamiento y adaptación.
Tfofa (2018) nos dice que debemos actuar no ignorando el peligro, el riesgo o lo negativo de las experiencias sino profundizando en nuestra visión de lo negativo para extraer un sentido al tiempo que se asimila y se permite poner el foco en lo que realmente importa y en dónde es necesario apoyar para mantener el rumbo hacia un resultado deseado y significativo.
Podríamos pensar que este escenario excepcional predispone a la aparición de patologías, pero sólo lo hará si desborda nuestros mecanismos de adaptación y afrontamiento frente a situaciones estresantes como la que atravesamos. Simplemente habrá más problemas psicológicos si no contamos con los recursos adecuados.
Y, debemos ayudar en cada contexto, con cada circunstancia particular. Debemos conocer dónde necesitamos apoyar a las personas para que no se sientan desbordadas ni abrumadas por vivencias difíciles. Por ejemplo, si hay niños o adolescentes que tienen dificultades para ir al centro escolar porque sienten miedo a ansiedad por temor a contagiarse o por haber sufrido la muerte o enfermedad de algún miembro de su familia, debemos ayudarles a acoger esos sentimientos para reconducirles en ese proceso de transición calmando sus miedos y ansiedades y fortaleciendo sus recursos psíquicos hacia una adaptación exitosa.
De nada nos sirven estos mensajes gubernamentales apuntando a la responsabilidad individual en la salida exitosa de la pandemia sino proveemos a las personas de los recursos adecuados y ayudamos a los que son más vulnerables. Hay grupos o personas que necesitarán esa ayuda más que otros porque se han visto más tensionados: sanitarios, cuidadores, mayores, niños y adolescentes. Sus necesidades deben ser comprendidas y atendidas. Sólo así podremos evitar la funesta predicción de la Organización Mundial de la Salud que ya nos advertía que los problemas de salud mental serían la principal causa de discapacidad en el mundo en el 2030.
Pues bien, éste contexto pandémico nos ha confrontado como sociedad para mostrarnos que nuestra fortaleza nace de la resistencia interior de las personas que es la que nos posibilita afrontar las transiciones difíciles de forma creativa y constructiva evitando comprometer el valioso tesoro de nuestra autonomía y funcionalidad.
Y, las Psicólogas y Psicólogos, estamos ahí para ayudar.
- Brithis Psychological Society (2021), “A resilience and coping framework for supporting transitions back to school”, London.
- Brithis Psychological Society (2020), “Compassionate transitions: Reconnecting school communities post-Covid-19 closures”. Scotthish Division of Educational Psychology.
- Jindal-Snape, D. (2016), A-Z of transitions. Palgrave: Macmillan.
- Clínica Contemporánea (2020), “La hetero-autoconservación amenazada: El despliegue del psiquismo para hacer frente a la pandemia”. Coord. M. Aznar Bolaño.
felicidades por la información tan detallada
Buen post, pero los del SNS son psicólogos CLÍNICOS.
Dentro de la campaña electoral de Madrid, también ha sucedido el hecho del envío por correo de un arma a un cargo político. Se dijo que era responsabilidad de la ideología del partido contrario, pero luego se vio que era una persona con un trastorno mental y que no tenía nada que ver. No se dijo nada: ni disculpas, ni se hizo una reflexión sobre el tratamiento estigmatizador en la comunicación pública de las personas con trastornos mentales, …
Muy buen post, felicidades por el blog