El próximo 21 de enero se celebra el Día Europeo de la Mediación. Desde el grupo de trabajo de Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid de Mediación y Psicología hemos considerado relevante aprovechar esta fecha como punto de partida para el Ciclo de Conferencias «El psicólogo en Mediación en el 2015, oportunidades laborales y formación» que tiene como objetivo, entre otros, hacer patente las competencias del psicólogo en el ámbito de la Mediación, y para ello desarrollar y divulgar entre profesionales y el público en general todo lo relacionado con esta.
El 22 de enero a las 17 h. tendrá lugar la primera ponencia que contará con la colaboración de Dª Mª Jesús Pérez Crespo, directora de un centro de apoyo a las familias del Ayuntamiento de Madrid que gestiona la Asociación Bienestar y Desarrollo -ABD- y Miembro de la Junta de la Sección de Psicología Jurídica del Colegio.
El titulo de dicha ponencia es Aspectos psicológicos presentes en los conflictos y la búsqueda de solución: guía para el mediador. A continuación presentamos un breve anticipo:
Los aspectos psicológicos del conflicto y de las partes involucradas es uno de los aspectos en los que se debe formar el mediador, según recoge el reglamento de desarrollo de la Ley 5/2012 de Mediación en Asuntos Civiles y Mercantiles.
¿A qué hacen referencia esos «aspectos psicológicos»? Desde la revisión documental, el seguimiento de la investigación acerca de los conflictos y Mediación y desde la práctica mediadora, podemos identificar:
- Aspectos individuales.
- Aspectos de relación.
- Aspectos propios de la situación de conflicto.
Entre los individuales encontramos cuestiones tan importantes como variables de personalidad, la existencia de trastornos de salud mental/personalidad y habilidades personales y sociales de la persona.
En las situaciones de conflicto, las tendencias personales de cada uno se ponen en juego en el entramado de la negociación, facilitando o dificultando el desarrollo de la mediación. El mediador ha de ser suficientemente hábil para: a) identificar posibles patologías o estructuras de personalidad que dificulten la negociación o lleguen a no recomendar la realización de esta; b) rastrear la capacidad y habilidades personales para la comunicación, empatía, identificación de problemas, flexibilidad o rigidez, etc., de modo que pueda dirigir el proceso «ayudando» y «enseñando» a los involucrados (para lo cual el mismo mediador debería desarrollar esas capacidades).
Desde el inicio de la mediación, el profesional ha de tener en cuenta y promover en las partes cuestiones como la autopercepción de la capacidad para abordar situaciones conflictivas, la motivación para el cambio, la introversión-extraversión, percepción de control, manejo de la ansiedad, etc.
Los aspectos de relación entre las partes tienen especial importancia, ya que pueden bloquear el avance de la mediación o bien, con un manejo adecuado, potenciar la búsqueda de la colaboración y acuerdos. Nos referimos al histórico de la relación, la adjudicación de roles mutuos en la situación conflictiva, tipo de relación entre las partes (desapego, dependencia, fusión, etc.), prejuicios/ideas concebidas respecto al otro...
En la mediación, es vital lograr que las partes establezcan una relación de autonomía e interdependencia que les permita respetar y tener en cuenta al otro así como identificar lo que ellos mismos quieren o necesitan y saber expresarlo.
Cuando nos referimos a las situaciones de conflicto y los aspectos psicológicos presentes, no estamos hablando de variables diferentes a las anteriores. Nos referimos a las cuestiones personales y relacionales puestas al servicio de una situación de conflicto, en donde cada parte involucrada despliega su abanico de habilidades en función de las expectativas que genera en torno al propio conflicto, en torno a la posición del otro (percepción de competición, colaboración, evitación o compromiso), esperanza y deseo de cambio, capacidad sentida para llegar a acuerdos de forma dialogada, capacidad para involucrarse, para expresar necesidades y escuchar las del otro, flexibilidad o por el contrario bloqueo ante la búsqueda de alternativas y el manejo de los errores cognitivos que se producen en situaciones donde las emociones pueden alterar la manera de procesar la información que recibimos.
En definitiva, tradicionalmente en la formación del mediador se ha puesto gran énfasis en el manejo del proceso, de sus estrategias y sus técnicas. Esta capacitación del mediador ha de ir acompañada del desarrollo de la propia habilidad de manejo de los conflictos, criterios para identificar variables de personalidad o trastornos en las partes que les dificulten o impidan la negociación, y estrategias para ayudar a las partes a situarse ante una relación de colaboración para obtener compromisos mutuos.