Al igual que en otras etapas de desarrollo con nuestro/a hija/o se ha necesitado tiempo y paciencia para conseguir lo que pretendíamos, es ahora un momento en el que hay que sacar toda la artillería pesada de comprensión, paciencia y resistencia. Necesitan límites y normas como siempre, pero que lo necesiten, no quiere decir que lo entiendan, lo comprendan y no lo pongan en entredicho.
Hasta ahora nos ha servido las consecuencias negativas o positivas (premios o castigos) ante un determinado comportamiento, estas estrategias van perdiendo fuerza en esta etapa para pasar a la negociación, al diálogo consensuado. No valen las imposiciones de porque lo digo yo o estás en mi casa, este tipo de actitudes rígidas, generan más conflictos y oposicionismos. Hay que tener claro lo que queremos y hablarlo con nuestros hijos y ver hasta dónde está el punto medio, donde converjan las dos actitudes.
Es importante que los padres tengan claro hasta dónde sí y hasta dónde no llegarían en temas como: los estudios, la hora de llegada, el móvil, play etc., las tareas del hogar. Aquí es importante el límite, aun con flexibilidad en cuanto a lo planteado.
El humor e intentar buscar intereses comunes con tu hijo/a son situaciones muy sanas y enriquecedoras, que mejoran un conflicto.